El
sol llora su ausencia
en
el silencio de la noche,
la
luna cubre su rostro
con
su velo de nubes
para
no ver la madrugada
donde
los árboles sollozan hojas
y tejen alfombras
de
hierba y lágrimas.
Jamás la doctrina cegó
con
tanto poder el ojo humano
y
su conciencia.
Sólo
las sombras siguen
los
pasos del cadáver,
sólo el viento de la noche
fue
testigo de la despedida,
sólo el cielo escuchó
el
latido de su corazón.