domingo, 1 de noviembre de 2009

HAY DÍAS, QUE NO QUIERES

Hay días y horas que no se pueden olvidar,
que no quieres.
Para ella, esa hora son las seis de la tarde.
A esa hora y desde hace un mes se para el mundo,
su mundo,
pero hoy, a esa hora, se introduce en el baño.
Esta vez,
por ser la última,
el ritual amenaza con ser especialmente duro.
Abre el armario y busca con desesperación la caja,
oculta entre otras cajas,
que contiene su ropa ensangrentada.
Sangre que se ha ido secando como su corazón y su vida,
que un día salió de su vientre.
Extiende su pantalón por última vez.
Por última vez, abrazada a su camisa,
besa el olor de su perfume...,
por última vez.
En una alucinación Dantesca,
imagina sus últimos minutos a solas,
mientras ella estaba… lejos de su alma.
Y aúlla de dolor en silencio,
aúlla como loba solitaria y herida, cada día, a las seis de la tarde.
Una hora que no puede olvidar,
que no quiere,
pero sabe que debe hacerlo.
Y corta en pedazos su ropa, aunque nada calma su llanto.
En un recipiente metálico
quema con alcohol la materia y sus entrañas arden
como su sangre...
Ella, ya no es ella.
El dolor la trasporta a un paisaje distinto al del espejo de baño,
que ya no refleja, sino otra realidad.
Todo muta: el suelo ya no es el suelo de baldosas sino la tierra más alta
de la más alta montaña.
Y el techo y su luz, no son otros
que los oscuros cielos y la luna con sus brillantes estrellas.
Y allí, ella y su dolor, muerden la noche…
Y, por última vez,
aúlla en silencio.
Aúlla como loba solitaria y herida.
Sólo ha sido un instante, pero le ha parecido una eternidad y llora,
que no quiere.
Ahora, su vientre ha dejado de arder
y todo se ha convertido en ceniza.
Ceniza que guarda hasta llegar a las rocas que detienen al mar.
Esa playa donde, ahora,
bailan con las aguas todas las cenizas de su hijo...
Desde entonces,
cada día, a las seis de la tarde,
un rumor de olas se agita en su vientre.
Y ya no llora,
que su hijo.., no quiere.

2 comentarios:

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Ya te lo dije: ¡Precioso! Creces...creces y yo me alegro de corazón. Muchos besos.

Doberka dijo...

Gracias por tus alegrías y por tu existencia y compañia.
En cuanto pueda daré cuenta de la noche con una minicrónica a la altura de tu bella presentación.

Besos